sábado, 8 de agosto de 2015

El hombre que cuida





Miraba el resumen de los Pumas contra Sudáfrica y salió una publicidad de hombres que hacían cosas buenas por otras personas. Es una publicidad que incentiva a contar en las redes sociales lo mejor que uno ha hecho por otros y la mejor historia se gana dos pasajes para ir al mundial de Rugby en Inglaterra. Al instante pensé en mi hermano, no porque fuera un amante del rugby, un apasionado de los Pumas y del Club Atlético Estudiantes de Paraná, tampoco porque moriría por ir al mundial como espectador, pero mucho más como jugador. No lo pienso porque sea mi hermano, ni por el concurso, aunque tengo que admitir que él se lo merece más que nadie. Entonces ¿por qué escribo sobre él? Porque él es el hombre que cuida. No puedo mentir, él es así. Soy la mayor, a él le llevo un año y después hay cuatro más, pero él siempre se sintió el responsable de todos nosotros. Lo conocía como se conocen los hermanos, a veces con odio, otras con intriga, quizás a veces como amigos. Se parece a mi mamá en cómo habla y a mi papá en la seriedad que aparenta, a mi mamá en lo servicial, a mi papá en lo práctico. Físicamente, dicen que a la familia de mamá, para mí no se parece a nadie. Si por él fuera viviría todas las cosas malas que nos pasan a sus hermanos así no las tenemos que sufrir nosotros. Es leal y alegre con sus amigos, fiel al amor de su vida, incluso separados, amable con cualquier persona, sobre todo con los que necesitan ayuda, libre en la naturaleza, distante cuando necesita contención, apasionado cuando cocina, feliz en el río, en otro mundo cuando juega al rugby. Nunca habla mal de nadie. Le gusta compartir todo lo que hace con Elvis (su perro salchicha). 

Hace seis meses volvimos a vivir juntos, quería conocerlo más. Desde entonces, antes de dormir me prepara un té o me compra un chocolate o me pregunta sobre mi día. Cocina y lava los platos, esto último no siempre. Incondicional. Parece frío, de chicos nunca me quiso abrazar y le molestaba que lo hiciera yo. Ahora es él quien se acerca, el que pasa su brazo alrededor de mi cuello, no me mira, le da vergüenza y me dice que todo va a estar bien. Hace las compras y cocina para sus amigos. Lo vi regalar camisetas de rugby que ama, le ofreció su gorra a un carnicero que le preguntó dónde la había comprado, cede el asiento en el colectivo y ofrece a los ancianos llevarles las bolsas de las compras. Es muy serio al hablar, incluso cuando lo hace en broma. Borracho sonríe, sonríe y sonríe más. El pelo corto, barba, poca, la ropa doblada, muy doblada. Inteligente, creativo e inseguro. Con la vista cansada, ojeras profundas y las manos ásperas por trabajar de “lo que venga” y sus tareas siempre a la perfección. Queen, The Rolling Stones y WilliamWallace. Es inventor, con cualquier objeto crea algo útil, encuentra algo en la calle y lo levanta para restaurarlo, esa es otra de las cosas que sacó de mamá. Sus historias son fantásticas: “No sabes lo que me pasó. Era de noche, caminaba hacia la parada de colectivo cuando mi sentido arácnido me avisó que me seguían. Giré la cabeza, lento, muy lento, no quería que supieran que los había descubierto. Los vi, eran ninjas, todos vestidos de negro, ni los ojos se les veían, conté quince, aunque creo que eran más de veinte. Me ajusté la mochila y empecé a correr, nunca corrí tan rápido en mi vida. El colectivero me vio, tocó la bocina, esas que no son solo ruido, son una canción y justo era de los Rolling. El colectivo disminuyó un poco la velocidad, no tanto, me abrió la puerta y yo salté adentro justo antes de que los ninjas me atraparan. Caí dando una vuelta. El colectivero me preguntó si estaba bien, yo nunca antes había estado mejor”. La historia real es que caminaba, dos hombres lo seguían, él pensó que era para robarle, justo pasaba el colectivo que se tenía que tomar, llegó a la parada y se subió. Sí, sus historias son fantásticas, las mías solo se remiten a los hechos y muchas veces quisiera que fueran más como las de él. Bueno y generoso, también en eso quisiera parecerme. No le gusta que lo ayuden, en nada, aunque lo necesite. Lo molestamos con que es “el hombre que no se deja ayudar”, pero después del partido de los Pumas, de la publicidad, me di cuenta de que él es un hombre que cuida.

#hombrequecuida







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