viernes, 17 de abril de 2015

Escribir para mantener la ilusión, volverla realidad y agradecer



Todos los años, quizás no el primero de enero, pero sí al inicio, escribo en un cuaderno cuáles son los objetivos que voy a perseguir. Algunos son accesibles, otros potenciales objetivos a largo plazo y quizás dentro de la lista también hay algunos que son imposibles. Hace poco tiempo que juego al bádminton y empecé porque una amiga me convenció, yo extrañaba hacer un deporte, la vida de club y necesitaba distraerme del trabajo y la facultad. Era simple, iba, jugaba y volvía contenta a casa por haber descargado energías. A las dos semanas había un torneo y jugué casi sin saber las reglas. Perdí. Era lo que tenía que pasar. Me propuse entrenar más, solo lo necesario para ser un poquito mejor. Empecé a ir más veces por semana y me sumé al grupo de Pache (el preparador físico). Mi entusiasmo aumentaba después de cada torneo: persigo a mi entrenador para que me entrene más, a mis compañeros para que me jugaran más partidos, a Pache para que me suba los pesos de los arranques, de las cargadas y las sentadillas. El bádminton se volvió parte de mi lista de objetivos. Ya no era tan simple, no bastaba con descargar energías, quería más, como siempre, con todo.

Es tan gratificante e injusto ser deportista. Dedicarle muchas horas por día, terminar cansada, muy cansada y que el día siguiente sea igual de duro. A mis compañeros los veo todos los días, se volvieron mi equipo, mis amigos, parte de mi familia. En los torneos nos alentamos, nos acompañamos en silencio cuando termina un partido perdido o con un aplauso de jugador cuando ganamos y el lunes después de cada competencia volvemos a entrenar tan duro como siempre. Hay quienes merecen mucho más, lo sé, los veo entrenar, entrenar y entrenar todavía más, aunque a veces los resultados no son justos.

Con el tiempo ir a los Juegos Panamericanos de Toronto, Canadá, estuvo en mi lista de imposibles. Me dijeron que no me ilusione, que era muy difícil que la federación (FEBARA) me apoyara, que las cosas siempre habían sido así. No importaba lo que me dijeran, ya estaba en mi lista y lo quería. De a poco, con paciencia y mucha ayuda de mis entrenadores y compañeros lo conseguí: hoy soy parte de la delegación Argentina de bádminton que va a viajar los Juegos. Desde que me enteré no sé cómo expresar mi felicidad y decidí escribir y agradecer porque los logros siempre vienen acompañados de la ayuda de otros. Lo logré. Lo logramos. Simplemente ¡gracias!

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